A pesar de que el sol se encontraba en su cenit y las nubes se agrupaban amenazando con la llegada de la tormenta, el encapuchado se mantenía apoyado contra la roca al borde del camino. Con una rama dibuja círculos sobre la tierra previamente batida con su bota, se diría que aguardaba la llegada de alguien. Aun así, el camino había sido transitado a lo largo de la mañana sin que el encapuchado mostrase ningún interés por los viajeros o carretas que removían el seco polvo a su alrededor. Presuroso por llegar a casa, un anciano se afanaba por forzar el paso antes de que la tormenta descargara su furia sobre el. No pudo evitar detenerse frente al extraño encapucho al pasar junto a el.
- Joven, ¿ Acaso no ves que de un momento a otro lloverá?. No vivo muy lejos, si me ayudas a llegar a casa antes de que llueva, puedo ofrecerte cobijo por esta noche. ¿ Que me dices?-
El encapuchado, continuaba dibujando círculos sobre la tierra, como si no hubiese escuchado las palabras del anciano.
- Ummm, parece que no te interesa mi oferta, !jóvenes, creéis que lo sabéis todo y que el mundo es vuestro patio de recreo.!-
El anciano, se maldecio por dentro al haber perdido tanto tiempo hablando inútilmente con este extraño desagradecido, comenzó a caminar de nuevo pero apenas dio unos pasos el encapuchado le hablo.
- Anciano, ¿ Alguna vez te hablo un cuervo?, ¿ o quizás sepas de alguien que comprenda su lenguaje?.-
El anciano no pudo mas que sorprenderse por las preguntas de aquel extraño, sin duda el joven estaba trastornado, pensó.
- Muchacho, no se de que me hablas y creo que no estas bien de la cabeza discúlpame pero tengo que irme.- Cuando el anciano se giro para emprender la marcha, una mano ensangrentada atravesaba su pecho, sosteniendo su propio corazón aun palpitante...
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